viernes, diciembre 09, 2005

ANIMALES SUBIDOS

Hay animales insolentes como los zancudos que en las noches se atreven a zumbarle a uno en el oído para joderlo antes de picarlo, las moscas que se paran en la comida que uno se está comiendo mientras se la come, las llamas que le escupen a uno en la cara si les cae mal, o los micos que avientan popó y se cagan de la risa (o viceversa para mayor funcionalidad).

Pero la mayor insolencia es la del animal que se autoproclama hecho a imagen y semejanza de su creador. Que porque tiene el cerebro más grande monta video de espiritual con derecho a existir infinitamente, pero no es capaz de dejar atrás la carnicería salvaje de sus co-terráneos por las mismas pendejadas y otras peores.

Los animales se matan entre especies; la comparación más cercana, aunque de todas maneras equivocada y absurda es la matanza entre razas humanas. Afortunadamente somos civilizados y no nos comemos al caído (animales salvajes). Nuestra matacera sí es válida porque es por poder político o económico, cosas tan importantes que aunque Dios no tuvo tiempo de crear en sólo 6 días, nosotros, que somos igualitos a El, fuimos creando con el tiempo.

Entre animales de la misma especie, algunos pelean por territorio. Solo hay muerte si es necesario, porque el perdedor generalmente tiene la honra de aceptar su derrota y largarse. El ganador marca su terreno con orina. Los hijos de Dios lo marcan con sangre y además le ponen un precio.

También se pelean por las hembritas para preservar sus genes. Nuevamente el macho alfa gana por sus cualidades. El vencido puede llorar, pero pocas veces morir. Al humano lo matan mucho por motivo pareja. Lo bonito es que es más por orgullo que por conciencia social de mejorar nuestra desagradable especie.

También es bonito ver como nacemos en un planeta lleno de recursos por los cuales es normal pelearse, como naturalmente lo hacen los sabios animalitos a dentelladas, zarpazos y cornazos, mientras que los asquerosos humanos peleamos por maricadas que nosotros mismos creamos como la plata, el poder y la religión, con maricadas que nosotros mismos creamos y que hacen más daño que nuestros inofensivos caninos y puños como pistolas, puñales, bombas y ármas químicas, que a manera de ñapa pueden matar también a gente que no tiene nada que ver en la pelea.

De razón que existe el temor a Diós. Si creemos que somos iguales a él, entonces debe ser un hijueputa. Rencoroso y vengativo Que si somos buenos (respetando las leyes inventadas por nosotros y las que nos mandó decir con Moisés) nos recibe en el cielo y si somos malos se emberraca tanto que se pone rojo, se le brotan las venas hasta que le salen cachos y se rabonea tanto que se le alrga la cola y nos recibe en el infierno pa darnos juete.

A mé se me hace que lo merecemos. Por igualados.

martes, septiembre 06, 2005

PATERNIDAD: EGOÍSMO INMISERICORDE

No hay amor más puro que el de los papás hacia los hijos. Excepto en embarazos no deseados o cuando es el octavo hijo de una familia estrato 0.
Todo se hace en función de los hijos. Se estudia una carrera que pa' darle un mejor futuro a los hijos, se trabaja que pa' sacar adelante a los hijos, se conserva el medio ambiente que pa' los hijos y que pa' los nietos..., en fin, tan considerados los humanos, cómo quieren a sus hijos.
Si de verdad quisieran tanto a sus hijos, no los tendrían! El amor que siento por mis hijos (inexistentes) es tan grande, que es un improperio tan sólo pensar en traerlos a un planeta habitado por gente inmunda, para que en cuestión de una terna de lustros pasen de ser niños cordialitos y calidosos, a adultos desagradables rebosantes de defectos, con valores truncados y materialistas, y lo que es peor, con la posibilidad de convertirse en políticos o empresarios, o peor aún, en pólíticos empresarios.
Tener hijos no es un acto de amor desinteresado. Es un acto obsceno de egoísmo y autocomplacencia en la que se va a la fija: Por un lado es rico saber que se va a querer a alguien incondicionalmente sin peligro de divorcio o separación de bienes (aunque casos se han visto, cuando el humanito crece y se percata de que puede sacar provecho económico de sus padres) y por el mismo lado es rico saber que una criatura lo va a querer a uno sin importar el número de muendas que se le den (hasta que el humanito crece y se da cuenta que sus papás son, al igual que él, otros asquerosos humanos que no tienen ni idea de dónde están parados).
Concebirlos es otra busqueda personal de gratificación y de placer, digna de producciones cinematográficas especializadas en el género. Es algo tan placentero, que los humanos osan insisitr en hacerlo, aún sabiendo el dolor que le espera a la mujer en el parto y al hombre en la cuenta del hospital.
En mi desafortunada condición de humano me es irresisitible querer tener prole. Sé que algún día tendré que satisfacer mi gana y estaré contento, en medio de mi autoreproche y desprecio.